Por: Julio Vargas Castaños (*)
Cuando la temperatura en la ciudad de Washington, en donde se realizó el pasado martes la juramentación del sucesor de George W. Bush, descendía entre menos 1 y menos 7º y el frío inclemente arreciaba, la mística y el fervor democrático crecía, como crecía el calor emocional y psico-afectivo de la población, que en forma de un mar humano acudió al capitolio para testimoniar este gran acontecimiento. Ser el cronista de la historia no es poca cosa, y si se trata del primer presidente norteamericano negro, de un país donde imperó el racismo, resulta un privilegio.
El impactante carisma de Barack Obama, su sencillez y su capacidad para lograr ser el conductor de las expectativas y los sueños de una nación que tiene un rol protagónico en el liderazgo mundial, hace que su figura esté en el comentario de todos los hombres de este planeta que queremos el resurgimiento de NORTEAMÉRICA, en el sentido de las buenas relaciones internacionales, para lograr la distensión, el equilibrio mundial y la paz duradera.
Entonces, nos queda la emoción del acto más importante de esta primera década, es decir, que por fin se vislumbra esa pequeña luz al final del túnel del egoísmo, la soberbia, la prepotencia y menosprecio, por la vida y el destinos de muchos pueblos a quienes no se les permite el libre albedrío de su destino. Ojala que el nuevo gobierno de Obama se maneje con la mesura y la sabiduría que tienen los hombres de buena voluntad y se refunde un nuevo estilo de democracia en la cual se integren en la mística todos los hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos; pobres y ricos, blancos y negros como un pueblo de una sola piel y una gran alma que unifique y fortalezca la mística y el fervor democrático que despierta el Presidente Barack Obama.
Me sumo con mucha humildad y esperanza en la cola de esa legión de personalidades que saludan y auguran éxitos a la gestión presidencial que se inicia. No puedo omitir algunas frases expresadas por el Presidente Obama, que me han impactado positivamente: ”Nuestra nación está en guerra contra una red de violencia y odio”; “En este día nos reunimos porque hemos elegido la esperanza sobre el temor, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia”. Por lo que creo que, cuenta con la bendición del Papa, de los seguidores de todos los credos y confesiones religiosas, así como de presidentes y autoridades de todos los continentes, que están sumándose a la mística en la nueva era de la democracia norteamericana.
Julio Vargas Castaños
(*) Educador y Agente de Cambio Social.
DNI: 07023604, CPPe: 072914
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